Ya hemos comentado en otras ocasiones la importancia de mantener en buen estado los frenos de nuestro automóvil. La razón es obvia: hacen posible una conducción segura. Así pues, vigilar que ofrezcan el mayor rendimiento posible debe ser una de las tareas habituales para cualquier conductor. Del mismo modo que comprueba si los neumáticos se encuentran en buenas condiciones o si los niveles del aceite o del anticongelante son los adecuados, también tiene que centrarse en el sistema de frenado. Claro que en este caso resulta algo más complicado detectar si es necesario cambiar las pastillas de freno o no, dado que es el elemento que más tiende a desgastarse.
Cuándo cambiar las pastillas de freno
Obviamente, una visita al taller de confianza siempre es una buena solución cuando hace tiempo que no se revisan los frenos y, por ejemplo, se va a realizar un largo viaje. Sin embargo, existen otros síntomas que ayudarán a saber si los frenos están fallando.
- El primer factor que hay que tener en cuenta es el kilometraje que tienen. Y es que, aunque no se noten extraños (hay que tener en cuenta que si el automóvil se utiliza cada día apenas se percibe la evolución), puede que las pastillas de freno estén llegando al final de su vida útil, lo que se traduce en una peor calidad de la frenada y en la posibilidad de dañar el disco de freno. En este sentido, las pastillas delanteras suelen cambiarse a los 60.000 km, mientras que las traseras tienden a superar los 100.000; dependerá en gran medida del modo de conducción.
- Se enciende el testigo de los frenos. En el momento en el que esta luz aparece en el cuadro de mandos del salpicadero, conviene visitar al mecánico, ya que lo más probable es que las pastillas ya no trabajen igual o que haya algún problema con otro elemento del sistema.
- Se enciende el testigo del líquido de frenos. También puede ocurrir que el automóvil demande más líquido de frenos. Esto se puede deber a que haya alguna pérdida o porque las pastillas están muy desgastadas y se necesita más cantidad de líquido para empujarlas contra el disco.
- Ruido al frenar. Si cuando se pisa el freno, se escucha algún sonido metálico, lo más probable es que las pastillas estén en disposición de ser sustituidas porque se han gastado. Es algo muy habitual, con lo que no hay que asustarse, aunque requiere una intervención rápida para evitar peores averías o que el auto directamente deje de frenar (con lo que ello conlleva).
- El pedal no se siente igual. Tanto si se nota muy duro, como esponjoso, son síntomas de que algo no va bien en los frenos. Y eso conlleva una visita al taller o una revisión a fondo de las pastillas.
- La distancia de frenado aumenta. Finalmente, cuando un conductor comprueba que cada vez necesita una mayor distancia para detener el vehículo, está claro que el sistema de frenado no está realizando su labor de un modo adecuado.
Frenos de calidad
Si alguno de los anteriores síntomas aparece, lo más probable es que haya que sustituir las pastillas de freno (o cualquier otro elemento relacionado con el sistema de frenado). Sea como fuere, nuestra recomendación es que siempre se opte por repuestos contrastados y de calidad, ya que garantizan que van a hacer bien su cometido, lo que se traduce en una mayor seguridad para el conductor y los demás ocupantes. En este sentido, en PEMEBLA cuenta con más de 1.300 referencias en pastillas de freno de Bendix, uno de los fabricantes de sistemas de frenado más importantes en la historia del automóvil, y con el completo catálogo de Japanparts para coches europeos y asiáticos. “No cabe duda de que con estas marcas fabricantes de pastillas de freno ofrecemos a nuestros clientes la respuesta a todas sus necesidades”, concluye Javier Jiménez, gerente de PEMEBLA.